segunda-feira, 3 de agosto de 2009

O retrato de Torrente Ballester

A punto de cumplir 83 años de edad, el pintor José González Collado dice que conservará «para siempre» un retrato que pintó en la posguerra a Gonzalo Torrente Ballester. Muy probablemente, como el propio artista comenta, el primer lienzo en el que apareció el rostro del autor de La saga/fuga de J.B. «No, está completamente decidido: ya no le doy el retrato a nadie -dice, con un más que evidente aire de indignación-. Quise regalárselo al Ayuntamiento de Ferrol como muestra de gratitud por haberle puesto mi nombre a unos jardines, pero ni siquiera se han dignado venir a recogerlo. Y ya está bien. Hasta aquí hemos llegado».
La propia historia del cuadro es un tanto novelesca, y tiene su origen en el Ferrol de la posguerra, cuando la ciudad gozaba de una proyección cultural que pocos recuerdan ahora, inmersa en una efervescencia literaria de la que nacieron publicaciones como Aturuxo , la revista impulsada, entre otros, por Miguel Carlos Vidal y el desaparecido Mario Couceiro, en la que colaboraron con sus versos buena parte de los mejores poetas españoles.
En aquel Ferrol, Torrente era profesor del instituto Concepción Arenal, además de asiduo participante de las tertulias en las que se hablaba de arte y de libros, en especial en la del Casino. Y entre sus amigos más cercanos de entonces estaba el pintor José González Collado. «Lo que pasó de verdad, y eso, por favor, quiero dejarlo muy claro, fue que yo le pinté el retrato a Gonzalo en el año 47 para regalárselo y que, cuando lo llevé a enmarcar, me lo perdieron. Pasaron casi cuarenta años hasta que apareció de nuevo, en un anticuario, y allí me fui yo, para recuperarlo. Entonces llamé a Torrente, le dije que había encontrado el cuadro y él me contestó: "Ah, pero entonces era verdad...". O sea, que dudaba de mi palabra. Cosa que me pareció mal, claro. Pero aun así iba a dárselo. Lo que pasa es que después el tiempo fue pasando, no llegamos a vernos, y el retrato quedó en mis manos...».
«El Torrente de los años cuarenta -recuerda Collado- era ya muy miope, como se refleja en la pintura. Y muy simpático. Yo lo recuerdo siempre con mucho afecto, como a su primera mujer, Josefina, y a sus hijos mayores. Ahora parece que él, desde el cuadro y desde aquel tiempo, nos sigue mirando...».

Ramón Loureiro
10/2/2009

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